Desarrollo Personal a través de la Creatividad

Gran Era del Amor

domingo, 24 de mayo de 2015

La Mariposa. Cuento para pensar


Un hombre encontró un capullo de una mariposa y se lo llevó a casa para poder ver a la mariposa cuando saliera del capullo. 

Un día vio que había un pequeño orificio y entonces se sentó a observar por varias horas, viendo que la mariposa luchaba por abrirlo mas grande y poder salir. 

El hombre vio que la mariposa forcejeaba duramente para poder pasar su cuerpo a través del pequeño agujero, hasta que llegó un momento en el que pareció haber cesado de forcejear, pues aparentemente no progresaba en su intento. 

Parecía que se había atascado. Entonces el hombre, en su bondad, decidió ayudar a la mariposa y con una pequeña tijera cortó al lado del agujero para hacerlo más grande y ahí fue que por fin la mariposa pudo salir del capullo. Sin embargo, al salir la mariposa tenía un cuerpo muy hinchado y unas alas pequeñas y dobladas. 


El hombre continuó observando, pues esperaba que en cualquier instante las alas se desdoblarían y crecerían lo suficiente para soportar al cuerpo, el cual se contraería al reducir lo hinchado que estaba. 

Ninguna de las dos situaciones sucedieron y la mariposa solamente podía arrastrarse en círculos con su cuerpecito hinchado y sus alas dobladas. Nunca pudo llegar a volar. 

Lo que el hombre en su bondad y apuro no entendió, fue que la restricción de la apertura del capullo y la lucha requerida por la mariposa, para salir por el diminuto agujero, era la forma en que la naturaleza forzaba fluidos del cuerpo de la mariposa hacia sus alas, para que estuviesen grandes y fuertes y luego pudiese volar. 

La libertad y el volar solamente podían llegar después de luchar. Al privar a la mariposa de la lucha, también le fue privada su salud. 

Algunas veces las luchas son lo que necesitamos en la vida. Si la naturaleza nos permitiese progresar por nuestras vidas sin obstáculos, nos convertiría en inválidos. No podríamos crecer y ser tan fuertes como podríamos haberlo sido. 


Cuánta verdad hay en esto. ¡Cuántas veces hemos querido tomar el camino corto para salir de dificultades, tomando esas tijeras y recortando el esfuerzo para poder ser libres! 

Necesitamos recordar que nunca recibimos más de lo que podemos soportar y que a través de nuestros esfuerzos y caídas, somos fortalecidos así como el oro es refinado con el fuego. 

Nunca permitamos que las cosas que no podemos tener, o que no tenemos, o que no debamos tener, interrumpan nuestro gozo de las cosas que tenemos y podemos tener. Nunca pensemos ni nos obsesionemos con lo que no tenemos, disfrutemos cada instante de cada día por lo que tenemos y nos ha sido dado. 

De esta forma, nos hacemos fuertes en nuestra debilidad.
 

sábado, 16 de mayo de 2015

La princesa y la mariposa


Había una vez una princesa llamada Laurita que le encantaba saltar y atrapar mariposas en su jardín, hasta que un día atrapo una mariposa, la metió en un frasco y se la llevo a su casa. Al otro día despertó muy feliz, pues ella quería jugar con la mariposa, pero cuando miro el frasco la mariposa estaba muerta, -¿cómo? - dijo la niña, - ¿por qué se murió? -. Lo que no sabía la hermosa princesita era que las mariposas solo vivían un día.

 Después de un rato, la niña quiso ir a buscar otra mariposa, pero cuando estaba por agarrar a una repentinamente se encogió, y todo lo que había alrededor de ella parecían enormes cosas. La princesita empezó a gritar - ¡socorro! - , - ¡auxilio! -, pero nadie la oía.

 Al atardecer aparecieron las mariposas y dijeron: - tú mataste a nuestra amiga -, - ¡no! -, - ¡yo no la mate! -, decía la niña, - apareció muerta al amanecer -, decía la princesa, - ¡pero tu sabías que solo vivían un día como mariposas! -, dijo la pequeña.

 Bueno, hagamos un trato, dijo la mariposa mayor, consigue la hoja que esta en el centro del árbol y volverás a ser grande, repitió.
-¿Para qué sirve esa hoja?- dijo la niña, - pues para vivir más tiempo que solo un día -, dijo la mariposa mayor, - consíguela antes de que anochezca, pues sino ya moriríamos al anochecer, repitió la mariposa menor -. - ¡Bueno! - dijo la niña, y fue en busca de esa hoja.

 Ya casi al anochecer, la niña se estaba acercando lentamente a esa hermosa hoja, pero de pronto, apareció un desagradable gusano que le impidió el paso, -¿adonde cree que va señorita?- dijo el gusano muy malhumorado, -voy a buscar un poco de esas hojas para mis amigas las mariposas -, dijo Laurita, el gusano le repitió - ¡no! -, - ¡por favor señor gusano! -, dijo Laura, - ¡no! - dijo el renegado gusano.

 Paso un largo tiempo, pues ya era casi anochecer, entonces el gusano muy distraído dijo: - ¡hola señora araña! -, - ¿cómo anda? -, rápidamente la princesita agarro un pedacito de hoja y se fue sin que el gusano se diera cuenta.

 Cuando llego a la casa de las mariposas les contó lo difícil que fue conseguir el pequeño pedacito de hoja.

 El anochecer había llegado, justo en ese momento todas le dieron un pequeño mordiscón a la hoja y se sintieron seguras de que no iba a pasar nada, la volvieron a convertir en grande a  la princesa Laura, se despidieron y Laura les dijo: - ya no las voy a atrapar más -, - ¡gracias!- dijeron todas las mariposas juntas, y la princesita se fue a su casa a dormir muy feliz.

miércoles, 6 de mayo de 2015

Mariposa Caprichosa


La Mariposita tenía un lindo color amarillo. Un día, mientras volaba entre las flores vio una mariposa azul; regresó donde estaba su mamá y le dijo: Mami, mami, he visto una mariposa azul. ¿Y qué? preguntó mamá mariposa. "Que yo quiero ser azul", dijo Mariposita.
La mamá pintó las alas de su hijita de un lindo color azul, que enseguida salió a lucir al jardín. Ah! Pero entonces vio una mariposa color naranja, y la historia se repitió. Mariposita quiso tener alas de color naranja; la mamá la complació de nuevo, pintando sus alas de color naranja.
Al otro día temprano, mariposita voló y voló, luciendo nuevo color en sus alas. Y de esta vez más allá del jardín. Y se encontró con un grupo de mariposas blancas. De inmediato voló a casa. "Mami, mami. Ya no quiero este color, quiero ser blanca, como unas mariposas que he visto hoy", rogó la mariposita.
Y la mamá, de inmediato, lavó las alas de la pequeña y las pintó de un blanco reluciente. Pero sucedió que mariposita estaba tan oronda con su nuevo color, que no se dio cuenta de que llegaba una fuerte lluvia. Se refugió en un árbol, porque las mariposas nunca dejan que la lluvia las moje.
Pero el viento era muy fuerte, y la pequeña mariposita no pudo evitar que le cayeran unas cuantas gotas desprendidas de las hojas del árbol. ¿Saben lo que pasó entonces? Que las alas de mariposita empezaron a desteñirse, a tomar todos los colores que su mamá le había pintado, aunque no aparecía su lindo color amarillo.
Cuando regresó a su casa, mariposita estaba muy fea. Su mamá casi no la conoció. "Ves, hijita. Esto te ha pasado por caprichosa. Debiste estar feliz, contenta con tu color y no andar queriendo parecerte a otras mariposas." La pobre mariposita lloró un montón. Estaba arrepentida. Creyó que nunca volvería a lucir el lindo color amarillo de sus alas.
La mamá la dejó llorar, hasta que fue a ayudarla, le limpió las alas hasta que se vió aquel amarillo que parecía oro. Desde entonces, mariposita no volvió a tener caprichos tan tontos, y aprendió a quererse a ella misma, fuera como fuera.
FIN